jueves, 30 de septiembre de 2010

Fortaleza


La fortaleza espiritual es necesaria para crecer espiritualmente y ayudar a que los demás crezcan.



Esta fortaleza conforma nuestro carácter y permite disciplinar la mente.



Una mente disciplinada es una mente pacífica y feliz.



Una mente fuerte nunca se perturba.



La fortaleza de nuestro ser se nutre de la experiencia del silencio, de la conexión sutil con la fuente eterna de luz y de paz y a nivel práctico de una actitud honesta y sincera ante la vida y los demás.



Las bendiciones de los demás son otra fuente de fortaleza para el ser.



Recibimos bendiciones de aquellos a quienes hemos servido, y una buena forma de servir a los demás es compartir esta clase de fortaleza interna.



Aquellos que han incorporado las virtudes divinas en su comportamiento y actividades, son los que pueden dar fortaleza a los demás.



Compartir esta riqueza y sabiduría es dar un regalo invalorable.



Podemos evaluar nuestro nivel de fortaleza espiritual observando la calidad de nuestras respuestas en las situaciones y en las relaciones.



El que es fuerte da, el débil tiene expectativas.



El que es fuerte cambia y transforma, el débil se queja.



El que es fuerte sabe perdonar, el débil guarda resentimiento.



El que es fuerte crea, el débil duda.



El que es fuerte fluye, el débil mide y calcula.



El que es fuerte permite, el débil pone límites.



El que es fuerte puede doblarse, el débil se rompe.



El fuerte calma y tranquiliza, El que es débil clama y se agita.